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La sencillez de Don Alejandro
Mónica Valdivia
28 de Diciembre de 2020

Ayer me desperté con la noticia del fallecimiento de Alejandro Suárez Beltrán y me invadió un sentimiento de pesar.

Don Alejandro, como solía llamarlo, no era mi amigo, no éramos cercanos, es más, la última vez que lo vi fue hace dos años, en estas fechas de fin de año, pero su partida sé que a más de uno que no teníamos ya contacto con él, nos pesa.

Mi relación con él fue la de reportera-fuente, pero no cualquier fuente, don Alex era ese tipo de fuente en extinción, que, si estaba en su oficina, te atendía y, además, siempre tenía información relevante para compartir. No te tenía esperando para luego decirte que no te podría atender o que uno se terminaba yendo cansado de esperar, como suele pasar actualmente con algunas fuentes.

Por más de 20 años trabajó en la Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Yaqui, donde era gerente y si mis cálculos no me fallan, lo entrevisté unas 50 veces, pocas o muchas, pero fueron suficientes para considerarlo una de mis fuentes más estimadas.

La mayoría de las veces me recibió con una sonrisa y cuando lo hacía con semblante serio, ya en la plática me decía que era por la presión laboral por cierre de mes o año, aun así, me atendía.

Muchas veces lo entrevistamos juntos mi amigo Eduardo López del Imparcial o Ari Monteverde, reportera especialista en temas agropecuarios y no tengo duda que ellos también estimaban a don Alejandro, al igual que otros colegas reporteros que cubren la fuente.

La mosquita blanca, insectos benéficos, fumigación aérea, HLB, diaphorina, pulgón, cítricos, frutales, roya de la hoja, horas frío del trigo, son algunos de los temas de los que solía entrevistarlo y tenía esa habilidad de explicarlo con palabras coloquiales, sin tecnicismos, para que no se me complicara redactar la nota y quien la leyera, fuera agricultor o un ciudadano común, le entendiera.

Siempre me preguntaba cómo estaba, y de vez en cuando, me platicaba de sus nietos y que disfrutaba mucho estar con ellos, tengo la sospecha de que fue abuelo alcahuete.

Hace dos años que decidió retirarse para descansar y disfrutar más de la familia, se despidió de mí, como seguramente lo hizo con otros colegas que solíamos entrevistarlo; me dio las gracias por acudir a él para temas relacionados con la sanidad vegetal de nuestro valle y yo le agradecí por su siempre disponibilidad.

Tuve la fortuna de despedirme de él en ese entonces con un fuerte abrazo. Más hombres entregados a su trabajo con esa pasión con la que lo hacía don Alejandro, más hombres de familia como él y más fuentes con esa disponibilidad que siempre lo caracterizó.

Partió físicamente de esta vida, más no de nuestros pensamientos y corazones. Algún día nos volveremos a ver, estoy segura.