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Deteriora quema de gavilla un recurso no renovable: el suelo
Mónica Valdivia
29 de Junio de 2022

CIUDAD OBREGÓN.- Cada quema de gavilla en el Valle del Yaqui no solo genera problemas de contaminación y afectaciones a la salud de las personas, además deteriora a un nivel acelerado un recurso considerado no renovable: el suelo.

Juan Manuel Cortés Jiménez, investigador especialista en conservación de suelos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), mencionó que un estudio realizado durante siete años en predios de prueba del Campo Experimental Norman E. Borlaug (Ceneb), se documentó la voracidad del fuego con la materia orgánica del suelo. 

“El contenido de materia orgánica fue del 0.6 por ciento en el suelo con quema y donde no se hicieron quemas fue 1.3, el doble, se duplicó el contenido de materia orgánica entre lo que se quema y nos quema y la materia orgánica es uno de los mejores indicadores de la calidad de suelo”, mencionó el especialista. 

Y aunque el agricultor que recurre a la quema de gavilla es con el fin de tener listo el suelo para la siembra de un nuevo cultivo en verano, aparentemente a un menor costo y en menos tiempo, a mediano y largo plazo la naturaleza cobrará factura. 

En rendimiento también se documentaron afectaciones, el primer año de quema se redujo de 100 a 200 kilos la cosecha de trigo por hectárea, pero a la vuelta de siete años, la reducción fue de una tonada y 300 kilos por hectárea. 

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“Muchas veces no se percatan de la materia orgánica, ni de los micro organismos que están afectando, muchas veces no hacen análisis para ver qué fertilidad tiene el suelo, mucho menos para ver los micro organismos que tiene su suelo y el suelo tiene que visualizarse como un organismo vivo, no es una mina que solo hay que estarle extrayendo, es un organismo viviente y la quema daña ese ecosistema”, añadió el doctor. 

Y aunque dista mucho de que en el Valle del Yaqui sea erradicada esta práctica, recordó que hasta años como el 2007, 2008, se quemaba intencionalmente la gavilla de entre 80 y 85 mil hectáreas que se sembraban de trigo. 

“Cuando se sembraba soya nada que ver las quemas actuales, que ojalá desparecieran, pero en ese entonces, el valle completo de 80 mil a 85 mil hectáreas, era una llamarada, eso fue hasta que se sacó a la soya del padrón de cultivos, por mosquita blanca y ahorita no se siembra porque no hay agua”, comentó.