Conocí a Alma en 2006 cuando ambas éramos reporteras en Tribuna. Yo llegué al periódico y ella ya me llevaba ventaja en años de labor en medios de comunicación en Cajeme.
Ambas éramos reporteras, ella en temas de cultura y sociales, y yo de política. Aunque cubríamos fuentes muy distintas, la forma en la que estaba distribuida la redacción del periódico se prestaba para que todos los días compartiéramos mínimo un saludo, a veces intercambiábamos experiencias del día o nos quejábamos del calor y de los baches.
Los colegas reporteros, jefes de información, locutores, presentadores de noticias, periodistas, fotógrafos, camarógrafos, editores y demás personas relacionadas con los medios de comunicación que la trataron, me atrevo a decir que la apreciaban como yo.
La Alma que yo conocí era simpática, platicadora, directa, amiguera, muy trabajadora y muy pero muy buena para vender, yo era su clienta; las últimas dos veces que la vi, una fue hace tres semanas, vino a mi casa a entregarme un producto que le compré y la más reciente el 17 de mayo, cuando ambas documentamos como reporteras la primera alta de una paciente que superó el covid en el Hospital General de Ciudad Obregón.
Más allá de mencionar las virtudes de Alma, mi interés al escribir esto es hacer un llamado a todos los que trabajan en medios de comunicación, pero especialmente a quienes son dueños de su propio medio, un llamado al compromiso a difundir información lo más apegada a la verdad, por aquello de que nadie tiene la verdad absoluta.
Y es que con frecuencia se olvida que el principio básico de los medios de comunicación es comunicar con objetividad, apegados a los hechos y la lógica, y no a los sentimientos o sensaciones, a la especulación.
Me atrevo a hacer este llamado, ante el manejo que le dieron algunos a la noticia de la muerte de Alma y que ha sido una constante en otras muertes que son noticia en el municipio.
Entiendo que la especulación se genera en un principio por la falta de información por parte de las autoridades encargadas de investigar este tipo de hechos, los medios queremos datos en el momento y a veces, en nuestro afán de ganar espectadores, seguidores, clics, nos olvidamos de la objetividad.
Alma y toda persona que muere, sin importar la causa, merecen nuestra objetividad como medios de comunicación.
Hoy me duele la muerte de una colega, pero a la par, me ha hecho reiterarme a mí misma que debo seguir esforzándome en trabajar apegada a ese principio básico de los medios de comunicación.
No juzgo el trabajo de nadie, porque todos tenemos errores, me incluyo, es por eso que los llamo a comprometernos a mejorar como medios, como reporteros, como periodistas, como presentadores de noticias, como locutores, recordando siempre que más de uno nos sigue, nos lee, nos escucha y cree en el mensaje que nosotros transmitimos y si ese mensaje está basado en especulación, amarillismo, morbo, no estamos abonando a una mejor sociedad.
Hagámoslo por Alma, por todas y cada una de las personas que han perdido la vida en Cajeme y que han sido noticia, hagámoslo pensando que un día la noticia podemos ser nosotros o un ser querido.